Bueno, estoy llegando tarde como siempre, pero hoy vamos a hablar sobre la astrología y el bardo que se arma cada tanto alrededor de este tema.
Primero, voy a hacer algunos disclaimers: en Mente NO creemos en la astrología, somos psicólogos y estamos del lado de las terapias basadas en evidencia. Sin embargo, yo (Sofi) sí he leído unas cuantas cartas astrales, sé un poco del tema y me divierto bastante con eso, del mismo modo que me divierte adivinar a qué casa de Hogwarts pertenece la gente. Siempre pensé en la astrología como una psicología de juguete, juego con ella como los nenes juegan con la cocinita de plástico antes de agarrar el real deal, que en su caso sería la verdadera cocina y en el nuestro, la psicología basada en evidencia.
Empecemos con lo fundamental: la astrología es una pseudociencia. ¿Qué significa esto? Que es una disciplina que da respuesta a algunas preguntas de la vida, pero NO lo hace a través del método científico.
La ciencia, en cambio, sí usa el método científico (duh). Valiéndose de él, una persona plantea una hipótesis y busca evidencia para contrastarla. O sea, se fija si lo que dijo es una burrada total o si tiene algo de razón. Si encuentra evidencia, la hipótesis del científico se acepta, pero NO se convierte en una verdad ni en una ley, simplemente significa que esa hipótesis, en ese momento, y en esas condiciones, pudo ser comprobada.
Para que una hipótesis adquiera la categoría de ley hacen falta cientos, quizá miles de estudios que comprueben la evidencia en su favor. Este es, por ejemplo, el caso de la ley de gravedad de Newton. Sin embargo, en ciencias sociales esto es increíblemente difícil de lograr. De hecho, no se me ocurre nada que tenga en psicología el mismo status que la ley de Newton. Quizás el condicionamiento.
Pero incluso la ley de gravedad de Newton podría desmoronarse en un abrir y cerrar de ojos si apareciese al menos un caso en el que no se cumpla. Si un día alguien suelta una manzana en el aire y ésta no cae, o cae más rápido o más lento de lo que debería, habría que revisar, modificar o descartar toda la teoría de Newton. Porque en ciencia, por más prestigio que tenga una teoría, nunca la convertimos en dogma. Si no sirve, se tira y a otra cosa.
Las pseudociencias como la astrología o el psicoanálisis también parten de hipótesis o teorías, pero, a diferencia de la ciencia, no las contrastan, sino que buscan activamente pruebas a su favor. Y si no las encuentran, elaboran complicadas justificaciones teóricas para explicar por qué el hecho de que no las hayan encontrado en realidad no refuta la hipótesis, sino que la refuerza de una forma extraña y retorcida.
Esto quiere decir que las hipótesis (o teorías) de las pseudociencias no son falsables. Hagas lo que hagas, digas lo que digas, un astrólogo (o un psicoanalista) siempre encontrará una explicación, una manera de ajustar tu conducta a su sistema teórico. Un ejemplo para ilustrar:
Científico: el cielo es verde
Cielo: *es celeste*
Científico: ok gente el cielo no es verde, es celeste.
Pseudociencia: el cielo es verde
Cielo: *es celeste*
Pseudociencia: no, pasa que en realidad es verde, pero *inserte justificación ajustada a su pseudociencia favorita aquí*
Todo esto para confirmar algo que ya sabemos: la astrología NO es ciencia. Quizá se le parezca en algunos aspectos, porque usa disciplinas científicas para lograr algunos de sus fines (como la matemática o la trigonometría), pero no lo es.
En una nota aparte, y porque siempre es divertido pegarle un poquito al psicoanálisis, decir que también éste ha intentado históricamente usar disciplinas como la física y la lingüística para parecer más científico, pero guess what guys, you’re not.
“Pero, Sofía, la ciencia no ha podido demostrar que los planetas NO nos afecten, lo cual podría querer decir que la astrología tiene algo de verdad”. Este argumento es muy utilizado para justificar toda clase de cosas, desde la existencia de dios hasta la presencia de extraterrestres y reptilianos en nuestro planeta. El problema es que la ciencia requiere de evidencia positiva para comprobar hipótesis, es decir, necesita cosas que demuestren que algo SÍ es real. Por esto, la mera ausencia de evidencia en su contra no es una prueba a favor. Lo deja simplemente en un insuficiente “quizá”. Y a la ciencia no le alcanza un “quizá”, porque no se anda con medias tintas.
Ya zanjada esta cuestión, vamos al tema que nos interesa más a todos: el resurgir de la astrología en nuestra época, esta repentina ola de cartas astrales y revoluciones solares. ¿Por qué la astrología? ¿Por qué ahora?
Lo cierto es que la astrología es sólo una parte de una práctica mucho más amplia: el paganismo. El paganismo es un conjunto de religiones que rinden culto a uno o varios dioses y diosas considerados «falsos» por las tres religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islam). Sin embargo, estas religiones, como cualquier otra, tienen su propia rueda del año con sus festividades (algunas de ellas las conocemos e incluso se celebran en Occidente, como Halloween); tienen varias ramas (la wicca, el dianismo, etc.); sus propios rituales y ceremonias (hacer limpiezas energéticas, escribir intenciones en cada luna nueva); y sus figuras de autoridad (astrólogas, tarotistas y chamanas).
Si lo pensamos un poco, en realidad el paganismo no es tan distinto de las religiones del dios hebreo. Todas tienen, más o menos, la misma estructura y los mismos fines.
Los humanos somos seres espirituales. Necesitamos conectar con algo que le dé sentido a nuestra vida, ya sea un ser superior, una fuerza energética, una meta o una práctica que nos brinde cierta sensación de trascendencia. Hasta las personas más escépticas buscan algo de lo que sostenerse espiritualmente cuando se encuentran frente a situaciones límite, como la muerte de un ser querido o una enfermedad grave.
Hasta hace poco menos de un siglo, en Latinoamérica y en Europa la Iglesia católica era la respuesta indiscutible para este tipo de cosas. Pero a mediados del siglo pasado empezaron a criticarse los valores cristianos, y hace unas décadas se critica directamente a la Iglesia como institución, con motivos más que válidos.
Podemos pensar que esto ha dejado huérfanas de religión a un montón de personas que no se sienten identificadas con el cristianismo, pero que necesitan un sistema de creencias donde dar forma a su vida espiritual. Para esto han surgido también un montón de otras iglesias cristianas que están teniendo bastante éxito, pero el paganismo tiene algo que se ajusta muy bien a esta época medio effortless de individualismo y streaming: tiene pocas exigencias y límites poco claros. Cualquiera puede aprender a tirar las cartas, hacer una carta astral en internet o preparar un ritual de limpieza energética, y lo podés hacer en cualquier momento, con la constancia que quieras e involucrarte en ello tanto como quieras, porque el paganismo no se vale de la culpa judeocristiana que funcionó durante siglos (y funciona aún hoy) como ordenadora de la sociedad.
El resurgir del paganismo, y de la astrología como su cara más visible, es un proceso bastante natural y, en mi opinión, intentar combatirlo es lo mismo que intentar parar las olas del mar.
“Pero Sofía, vos sos psicóloga, ¿cómo vas a decir eso? Los astrólogos ofrecen terapias, cobran por sus servicios como si fueran profesionales, es una falta de responsabilidad terrible”. Sí, pero en muchas religiones se ofrecen guías espirituales a cambio de dinero. La Iglesia católica es mantenida por el Estado, y en las Iglesias evangelistas se paga un diezmo mensual. El paganismo no está institucionalizado de la misma manera, no hay «templos» donde concentrar los aportes, pero ¿qué diferencia hay entre las recomendaciones de una astróloga para tu año en el amor y un sacerdote que da consejos de matrimonio a una pareja en problemas?
Es, obviamente, peligrosísimo dejar toda tu vida en manos de la astrología. Esta disciplina NO es una ciencia, es más bien una creencia fundamentada, y bajo ninguna circunstancia recomendaría dejar en sus manos decisiones importantes o cuestiones de salud mental.
Pero criticarla, enojarnos, desvalorizar y tratar con paternalismo a los que creen en ella NO es el camino que deberíamos seguir nosotras, las psicólogas. Pegarle a la astrología porque no es ciencia es muy fácil, pero ¿qué sentido tiene?
El debate ciencia vs. astrología es fundamentalmente falaz, y como tal está condenado a ser eterno, ya que son disciplinas que discurren por niveles lógicos diferentes. Una establece hechos valiéndose de la evidencia, la otra es un sistema de creencias. Y, como todas las psicólogas deberíamos saber, las creencias son especialmente difíciles de derribar en una persona, sobre todo si conectan con algo tan fundamental como su espiritualidad.
¿Qué podemos hacer entonces? En general, nuestra profesión de cara al mundo seguirá teniendo la responsabilidad de recordarle a la gente que la astrología no está basada en evidencia, y que no es un método confiable para guiar sus vidas, solucionar sus problemas o tomar decisiones importantes. Rechazar su práctica mezclada con la psicología, pero respetarla como sistema de creencias.
En lo particular, sin embargo, yo soy siempre partidaria de aplicar el viejo y confiable concepto de utilización de Erickson, y valorar hasta qué punto la creencia en la astrología resulta un recurso para las personas, uno de esos tantos factores extra-terapéuticos que a veces hacen nuestro trabajo sin pedirnos permiso (pero shhh, no se lo digan a nuestros pacientes).